La crisis de seguridad
Con una violenta intrusión y toma de rehenes en la estación estatal de TC Televisión en Guayaquil por parte de miembros de la pandilla “Los Choneros” durante una transmisión en vivo el 9 de enero de 2024, fue cuando la actual crisis de seguridad en Ecuador llamó brevemente la atención mundial. Ese mismo día, unos bandidos ingresaron a la Universidad de Guayaquil y a numerosos hospitales de la ciudad, robando, asesinando y tomando rehenes. Unos días antes, “Fito”, líder de Los Choneros, había logrado escapar de prisión. Los ataques sirvieron sobre todo como demostración de poder y representan la triste culminación de un desarrollo violento en los últimos años.
Por un lado, los ataques iniciaron una ola de violencia en muchas partes del país durante los siguientes meses; atentados con explosivos, ataques a instalaciones gubernamentales y secuestros de fuerzas de seguridad por parte de grupos criminales organizados, así como un fuerte aumento de la delincuencia en general. Las pandillas desafiaban al debilitado Estado ecuatoriano en una confrontación directa. Por ejemplo, el fiscal César Suárez, encargado de investigar el caso de los rehenes, fue asesinado con ametralladoras en su vehículo en Guayaquil pocos días después de su nombramiento de camino a una audiencia. Hubo disturbios carcelarios en todo el país, y “Capitán Pico” –líder de “Los Lobos” y adversario de Fito– así como muchos otros pandilleros de alto rango también lograron escapar de la prisión de Riobamba.
Por otro lado, Daniel Noboa, elegido apenas unas semanas antes como presidente de Ecuador, declaró el estado de emergencia incluyendo toques de queda nocturnos. Se iniciaron cambios en la ley que otorgaron al ejército nacional amplios poderes para operar dentro del país y combatir el crimen organizado. En este contexto 22 grupos criminales en Ecuador fueron declarados como organizaciones terroristas. Desde entonces, los esfuerzos del estado han resultado en aproximadamente 15.000 arrestos, así como la confiscación de 100 toneladas de drogas, 4.000 armas de fuego, 6.000 armas punzantes, 25.000 artefactos explosivos, cientos de vehículos y cantidades significantes de efectivo. Como consecuencia, numerosos pandilleros murieron en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.
En abril, la situación se había calmado en gran parte del país, mientras las ciudades costeras de Esmeraldas, Manta y Guayaquil seguían siendo objeto de lucha. Estas ciudades son de particular importancia para las pandillas debido a sus puertos. Se encuentran en estado de emergencia no sólo en el sentido legal, sino también en el sentido práctico. Aquí, la crisis de seguridad afecta principalmente a la vida cotidiana de la gente corriente: sólo en la área metropolitana de Guayaquil viven alrededor de 3,6 millones de personas. ¿Pero cómo pudo haber sucedido todo esto?
La cocaína como combustible de la crisis
Los efectos locales de la crisis son el resultado de una combinación compleja de acontecimientos nacionales e internacionales. El crimen organizado es particularmente atractivo para los sectores más pobres de la población en Ecuador, debido al alto desempleo juvenil. Las bandas declaradas grupos terroristas son: Águilas, ÁguilasKiller, Ak47, Caballeros Oscuros, ChoneKiller, Choneros, Covicheros, Cuartel de las Feas, Cubanos, Fatales, Gánster, Kater Piler, Lagartos, Latin Kings, Lobos, Los p.27, Los Tiburones, Mafia 18, Mafia Trébol, Cartuchos, R7 y Tiguerones. Muchas de ellas han surgido como ramas independientes sólo en los últimos años. La prosperidad de las pandillas es debida sobre todo a las crecientes ganancias del comercio internacional de cocaína. A pesar de que se cultiva relativamente poca coca en Ecuador y casi no se produce ninguna cocaína, los puertos de Ecuador se han convertido en la puerta al mundo para la cocaína de Colombia, Perú y Bolivia. Aunque las pandillas tienen sus orígenes en diferentes partes de Ecuador, casi todas están activas en Guayaquil, el puerto más grande.
Colombia sigue siendo el principal productor de cocaína con alrededor del 60% de la producción mundial. Desde hace años, la producción está aumentando continuamente. Después del declive de los grandes cárteles en la década de 1990, el tráfico de cocaína estuvo predominantemente en manos de las guerrillas (FARC-EP, ELN, etc.) y los paramilitares (AUC y organizaciones sucesoras) y sirvió para financiar sus respectivas actividades. Con el inicio de un proceso de paz en 2016 y con la presidencia de Gustavo Petro en 2022, comenzó una política de reconciliación en Colombia. A los combatientes se les prometieron amplias amnistías a cambio de que depusieran las armas y parasen sus actividades. Sin embargo, esto de ninguna manera puso fin a la distribución de cocaína, sino que se trasladó a Ecuador quedando en manos de numerosos grupos disidentes que rechazan el proceso de paz y que continúan con los combates. La frontera entre Ecuador y Colombia es un coladero desde hace años y sirve como refugio para las FARC. Mientras tanto, Perú se ha convertido en el segundo mayor productor de cocaína del mundo.
Con su ubicación entre Colombia y Perú, Ecuador no sólo ofrece uno de los puertos más grandes de América del Sur en el Océano Pacífico en Guayaquil, sino también un aparato de seguridad debilitado debido a medidas de austeridad y gobiernos inestables. Tampoco hay presencia de fuerzas de seguridad estadounidenses en Ecuador, mientras que ellas están muy activas en la guerra contra las drogas en Colombia. También el lavado de dinero de la droga es mucho más fácil para las pandillas en Ecuador ya que el dólar estadounidense fue introducido como moneda nacional en Ecuador en 2000 debido a la inflación.
Los mercados de venta de cocaína más importantes son los Estados Unidos y Europa. El consumo de la droga desde siempre ha financiado el crimen organizado en América Latina. La cocaína está escondida en buques portacontenedores y se contrabandea entre los productos legales. Los fardos son infiltrados en varios lugares de los barcos. Corrupción, violencia y asesinatos están a la orden del día en el puerto de Guayaquil. En los puertos de destino, los paquetes se recuperan mediante localizadores. Los puertos de destino principales en Europa son Amberes, Rotterdam, Hamburgo y Valencia. Las bandas ecuatorianas forman asociaciones con la mafia albanesa, la ‘Ndrangheta italiana y otras. Ellas no sólo organizan las ventas en Europa sino que también utilizan su poder para desestabilizar la situación de seguridad en Ecuador. La mayor parte del transporte a los Estados Unidos se realiza a través de México. Aquí las bandas ecuatorianas forman alianzas con los cárteles mexicanos. Por ejemplo, Los Choneros trabajan juntos con el cártel de Sinaloa, Los Lobos con Jalisco Nueva Generación, etc. Mientras Guayaquil actualmente representa el centro del comercio mundial de cocaína, el mercado en sí se está volviendo más difícil, porque la cocaína, sobre todo en los Estados Unidos, está siendo reemplazada cada vez más por opioides sintéticos (especialmente fentanilo). La competencia por los beneficios se está volviendo más acérrima, las pandillas más ferozes.
Las descuidadas cárceles en Ecuador son consideradas el núcleo del crimen organizado y la violencia. Mientras Ecuador en el último milenio apenas tuvo problemas con las pandillas, las prisiones permitieron una concentración de las delincuentes y una instalación de redes, en las cuáles pequeños grupos poco conectados se transformaron en organizaciones poderosas y ambiciosas. Los factores decisivos son las duras condiciones en las cárceles superpobladas y en su mayor parte el fracaso de la rehabilitación, así que para la mayoría de los presos, la participación en una de las pandillas está considerada la mejor estrategia de supervivencia durante la prisión y la única perspectiva para la vida después. En las cárceles regularmente ocurren peleas entre facciones y levantamientos que son reprimidos sangrientamente. La situación ya crítica empeoró en 2017 cuando Lenín Moreno asumió la presidencia de Ecuador y recortó los recursos escasos de las prisiones en un tercio. Este procedimiento debe entenderse en el contexto de una elevada deuda nacional y mucha corrupción hasta el nivel más alto del aparato estatal. Solo en 2021, más de 500 reclusos murieron en enfrentamientos violentos en las cárceles ecuatorianas.
En Guayaquil
Por un lado, Guayaquil se encuentra en un estado de militarización latente. Letreros representando a soldados alientan a la población a perseverar e invocan la victoria. La línea entre el crimen organizado y el crimen regular está difuso, pero no hay duda de que ha aumentado significativamente. En 2023, alrededor de 3.600 personas fueron asesinadas en la gran Guayaquil. La tasa de homicidios en la llamada Perla del Pacífico, que ya era alta, aumentó unos 70% en comparación con el año anterior. Una evolución similar se puede observar también en los hurtos, robos, atracos, irrupciones, delitos sexuales, etc. Hay notablemente menos interacciones entre desconocidos en la ciudad, por ejemplo en parques o en el transporte público, y numerosas personas confirmaron que tienden a encontrar estos lugares amenazantes. La desconfianza es omnipresente. Se evitan rutas innecesarias. Quien tiene la oportunidad, se desplaza en su coche. Un simple paseo por el barrio suele considerarse un riesgo innecesario. Si es posible, la gente intenta esconderse detrás de una puerta cerrada antes de que oscurezca.
Guayaquil siempre ha sido una ciudad marcada por la fortificación, pero en los últimos años las cercas de muchas casas se han vuelto aún más altas o se han equipado con alambre de púas adicional. Esto se aplica a la propiedad privada así como a los espacios públicos. Partes de la ciudad que antes estaban consideradas seguras ahora deben tratarse con precaución, los lugares tradicionalmente peligrosos se consideran zonas de “no-go” ; Mientras que la periferia de la ciudad parece haber sido parcialmente abandonada por la administración, las medidas de seguridad en el centro – por ejemplo el malecón 2000 en el río – han sido incrementadas notablemente para sugerir seguridad al público. El efecto del estado de emergencia aún está por verse, pero dada la disposición al combate y los poderes adicionales de las fuerzas de seguridad, también existe un riesgo inmediato de daños colaterales a la población civil. Cada día, en las noticias locales (sensacionalistas) aparecen informes detallados sobre asesinatos de población civil, por ejemplo, un grupo de adolescentes que fueron asesinados mientras jugaban al fútbol en su calle o dos hombres que fueron colgados de una pasarela durante la noche. La alta tasa de criminalidad es el tema dominante de conversación en la ciudad. Los estudios confirman que la sensación de seguridad está en su nivel históricamente más bajo.
Por otro lado, Guayaquil es la ciudad más poblada de Ecuador y el centro económico del país, donde la vida cotidiana inevitablemente tiene su lugar. La adaptabilidad de los humanos aquí se muestra de una manera impresionante. A pesar de la situación extraordinaria, logran establecer la normalidad en la mayoría de los lugares la mayor parte del tiempo, tanto en la práctica como mental. Trabajan, dirigen sus negocios, hacen recados, cuidan a familiares y amigos, se mueven de un lugar a otro, los niños juegan, etc. porque tienen que hacerlo y porque éso es lo que suele hacer la gente. Guayaquil siempre ha sido una ciudad muy vibrante. Alrededor del 40% de la población activa trabaja por cuenta propia en la economía informal. Su lugar de trabajo son las calles, parques y plazas donde ofrecen bienes y servicios cotidianos (por ejemplo, botellas de agua, bocadillos o lustrado de zapatos). Siguen adelante bajo las circunstancias que la vida les ofrece y sacan lo mejor de ellas. Actúan conscientes de que el espacio urbano es un escenario potencial de ataques y enfrentamientos entre delincuentes y fuerzas de seguridad y toman las medidas que pueden tomar de forma individual.
A pesar de toda la tragedia, queda claro que la ciudad y su ciudadanía no serán vencidas. La gente en los barrios está unida e intercambia información sobre posibles fuentes de peligro y novedades de la zona en tiempo real. A pesar de las tasas de criminalidad, hay voluntad de apoyarse y cuidarse mutuamente en todas partes. La gente pregunta por el bienestar de otros y ayuda en lo que puede. El humor negro florece, eventos aterradores son utilizados para hacer reír. Queda por ver cómo se desarrollarán las cosas, pero una cosa es segura. No importa cuánto se tarde ni lo fea que se vuelva la crisis ni cuántas víctimas ésta vaya a causar, Guayaquil superará todas las dificultades y olvidará esta época tenebrosa, al igual que superó tantos otros capítulos oscuros de su historia.